lunes, 18 de febrero de 2008

El optimista debe esforzarse… como todos.

Ante los próximos comicios y la posibilidad de cambio de mayorías en el Parlamento y en el Gobierno es necesario practicar el optimismo. Pero hay que considerar que alcanzar el éxito no es consecuencia del optimismo, en muchas ocasiones las cosas no resultan como deseábamos por mucho esfuerzo, empeño y sacrificio que pongamos, por muy optimistas que seamos.
El optimismo es una actitud permanente de recomenzar, de volver al análisis y al estudio de las situaciones para comprender mejor la naturaleza de los fallos, errores y contratiempos. Sólo así estaremos en condiciones de superarnos y de lograr nuestras metas. Si las cosas no fallaran o nunca nos equivocáramos, no haría falta ser optimistas.
Normalmente la frustración o el pesimismo se producen por un fracaso; el optimista sabe sacar experiencia de los tropiezos, aprende y rectifica.
El optimista sabe buscar ayuda como una alternativa para mejorar o alcanzar los objetivos que se ha propuesto, es una actitud sencilla y sensata que en nada disminuye el esfuerzo. Sería muy soberbio por nuestra parte pensar que poseemos el conocimiento y los recursos necesarios para salir triunfantes en toda circunstancia.
Cualquiera que ha sido campeón en alguna disciplina, llegó a situarse en la cima por su esfuerzo, perseverancia y sacrificio pero también resulta necesario hacer alusión a su optimismo, a esa entrega por alcanzar su fin, conservando la confianza en sí mismo y en las personas que colaboraron para su realización. El optimismo refuerza y alienta a la perseverancia.

Mª Helena Vales-Villamartin Navarro

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