martes, 12 de febrero de 2008

La cuestión del respeto a la vida de todos es la piedra angular que legitima la democracia. Si son los votos de la mayoría los que deciden el derecho

Hace más de 20 siglos, la cumbre del amor de Dios por una mujer nos legó una maternidad espiritual con la que jamás habríamos soñado. Estos días celebramos los 150 años de las apariciones de María en Lourdes, rememorando este regalo que nos hace sentir hijos de la Madre de Jesús, y por tanto merecedores de su continua ayuda. Que los aniversarios de las irrupciones de María en nuestro mundo no nos dejen indiferentes: sus llamadas se dirigen a encaminarnos hacia ese Cielo que con frecuencia perdemos de vista pero que constituye la meta de nuestra felicidad.

Clara Jiménez

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